A principios de julio, había llegado de nuevo el momento del concurso de diseño de la Universidad de Heilbronn y los participantes presentaron sus soluciones a las tareas. Este año, el reto para los estudiantes de los programas de mecatrónica-robótica e ingeniería mecánica era transferir automáticamente el mayor número posible de balones de un contenedor a otro. El tiempo para ello se limitó a 30 segundos. Se fijaron las condiciones límite: la solución que había que desarrollar no podía superar una longitud de borde de 500 milímetros ni una masa de 2500 gramos. El producto debía poder colocarse libremente y no debía dañar las bolas ni los contenedores. Además, no se permitieron emisiones nocivas, gases de combustión ni emisiones de CO2. Cada bola transferida con éxito de un cubo a otro suponía una suma de puntos, mientras que cada bola fallida suponía una deducción de puntos. Los estudiantes tuvieron dos meses para concebir sus ideas y resolver esta tarea, lo que incluía la construcción por parte de ellos mismos, las pruebas, la documentación y la presentación, todo un reto en cuanto a contenido y tecnología de procesos.
¡todos los balones a la vez! El reto fue asumido por once equipos de estudiantes de primer año, cada uno con cinco o seis participantes. Cuando el jurado anunció el inicio del cronometraje, el equipo ganador, formado por Sebastian Fleischmann, Matthias Heigold, Hugo Mauz, Marco Rohde y Laurin Vögelein, presentó una idea extraordinaria: un dispositivo basculante triangular y articulado unido a los lados más largos de los dos contenedores. Así, el contenedor lleno de balones se elevó suavemente mediante un cable de tracción, accionado por un motor eléctrico, y vertió su contenido en el contenedor vacío, todos los balones a la vez. Así se evita tener que entrar en la caja cada vez que se va a coger un objeto. Sin duda, fue una solución que convenció al jurado. "Las ideas de los once equipos no podían ser más diversas", concluyó el miembro del jurado Michael Franz, jefe de equipo de sujeción neumática de SCHUNK. "Desde la aspiración de los balones, atrapados con una red, o recogidos por un dispositivo desde abajo con una envoltura de plástico, hasta el volcado de toda la caja, lo teníamos todo. El equipo ganador nos conquistó con su idea de sujetar toda la caja con los balones, inclinarla y dejar que los balones rueden de una caja a la otra".
Una vez más, el concurso de diseño resultó muy inspirador, no sólo para los participantes, sino también para los espectadores y los miembros del jurado. El reto planteado volvía a ser una combinación de mecánica y electrónica. "Reunirse en grupo, hacer una lluvia de ideas, juguetear, construir, experimentar, verificar y documentar: estas son las tareas prácticas que se llevan a cabo en las empresas cada día. Son divertidas, inspiradoras y motivadoras, sobre todo cuando la aplicación tiene éxito. Aquí se combinaron aspectos de la informática y la tecnología de manipulación", explicó Michael Franz.
El concurso se celebra para todos los estudiantes de primer año cada verano e invierno. SCHUNK apoya estos concursos aportando el premio en metálico de 1.000 euros en cada caso. Con las tareas, la universidad aborda temas tecnológicos de actualidad, generando así nuevas ideas para posibles soluciones y todo ello de una manera muy lúdica y también relevante para la práctica.